
La bujía: una pequeña pieza que hace grande al motor
Pocas piezas del motor tienen tanto protagonismo en su funcionamiento como la bujía. Aunque a simple vista parezca un recambio pequeño y barato, su papel es esencial para que el motor arranque, funcione con suavidad y mantenga un consumo equilibrado. Sin ellas, simplemente, los coches de gasolina no podrían funcionar. En este artículo te contamos todo lo que debes saber sobre las bujías: desde su origen y funcionamiento hasta los tipos que existen, cómo detectar su desgaste y las mejores formas de alargar su vida útil.
El origen de la chispa
La historia de la bujía se remonta a finales del siglo XIX, cuando el ingeniero Étienne Lenoir ideó un sistema para encender la mezcla de aire y combustible en sus motores. Poco después, Robert Bosch y Gottlob Honold perfeccionaron el diseño y crearon la primera bujía práctica en 1902. Aquella innovación fue la base de los motores de combustión modernos. Con el paso de las décadas, el diseño evolucionó, pero la esencia sigue siendo la misma: provocar una chispa que encienda el corazón del motor.
Qué es y cómo funciona

La bujía es el elemento encargado de encender la mezcla de aire y combustible dentro de la cámara de combustión. Cuando la centralita del coche ordena el encendido, la bobina transforma la corriente de 12 voltios en una tensión de hasta 40.000 voltios. Esa corriente llega a la bujía, donde salta una chispa entre dos electrodos separados por un pequeño espacio. Esa chispa inflama la mezcla, empuja el pistón hacia abajo y genera el movimiento del motor.
Aunque el proceso parezca simple, la bujía trabaja en condiciones extremas: soporta temperaturas de hasta 1.000 °C, presiones de decenas de bares y miles de descargas por minuto. Si falla, el motor lo nota enseguida.
Tipos de bujías y sus diferencias

Durante años, las bujías han evolucionado en materiales y diseño para mejorar su durabilidad y rendimiento. Las más comunes son:
- Bujías de cobre: las más económicas y tradicionales. Ofrecen buena conductividad térmica, pero su duración es limitada (unos 30.000 km).
- Bujías de platino: duran el doble que las de cobre y mantienen una chispa más estable. Son habituales en coches modernos de gama media.
- Bujías de iridio: empleadas en motores de alto rendimiento. Su electrodo ultrafino mejora la combustión y puede superar los 100.000 km sin sustitución.
- Bujías multi-electrodo: disponen de varios puntos de masa, lo que garantiza una chispa constante aunque uno de los electrodos se desgaste.
Cada tipo está diseñado para un rango térmico concreto, que determina su capacidad de disipar calor. Elegir una bujía incorrecta puede provocar desde pérdida de potencia hasta daños en el motor.
Cómo saber si tus bujías necesitan un cambio

Una bujía en mal estado altera el funcionamiento del motor y puede incrementar el consumo de combustible hasta en un 15 %. Algunos síntomas claros son el ralentí inestable, tirones al acelerar, dificultad de arranque o incluso el testigo de avería encendido. Pero también puedes comprobar su estado físicamente: si la punta aparece negra y seca, indica exceso de combustible o falta de chispa; si está blanquecina, puede haber sobrecalentamiento o mezcla pobre; y si se ve aceitosa, el motor está quemando aceite.
En general, las bujías de cobre se cambian cada 30.000 km, las de platino cada 60.000 y las de iridio pueden alcanzar los 100.000 km o más. No obstante, lo ideal es seguir siempre las recomendaciones del fabricante.
Cuánto cuesta cambiar las bujías
El precio depende del tipo de bujía y del motor. En la mayoría de coches se montan cuatro, aunque algunos motores de seis u ocho cilindros pueden encarecer el recambio. Si se añade la mano de obra, el cambio completo puede oscilar entre 80 y 200 euros, dependiendo de la accesibilidad del motor.
- Bujía básica de cobre: de 4 a 12 euros la unidad.
- Platino: de 8 a 20 euros la unidad.
- Iridio: de 12 a 35 euros la unidad.
Cómo alargar su vida útil

La mejor manera de prolongar la vida de las bujías es mantener el motor en buen estado. Usar combustible de calidad, cambiar el filtro de aire cuando toca y evitar los trayectos muy cortos ayudan a mantenerlas limpias. También conviene revisar el sistema de encendido (bobinas y cables) y asegurarse de que la mezcla aire-combustible sea la adecuada. Un motor bien afinado es la mejor garantía para que las bujías duren miles de kilómetros sin problemas.
Además, el montaje correcto es fundamental: hay que apretarlas con el par de fuerza adecuado, nunca a ojo, para evitar fugas de compresión o dañar la rosca de la culata. Y si tu coche lleva bujías de iridio o platino, no intentes ajustar la separación de los electrodos; podrías romperlos.
En la era de los coches eléctricos y los motores electrificados, las bujías siguen siendo un símbolo de ingeniería precisa. Sin su chispa, la combustión no existiría. Son el punto de partida de cada viaje, el nexo entre electricidad y movimiento. Por eso, aunque parezcan insignificantes, merecen atención y cuidado. Cambiarlas a tiempo y elegir el modelo correcto no solo mejora el rendimiento del motor, también garantiza una conducción más eficiente, limpia y segura.
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