
Drifting: todo sobre la modalidad que hizo un arte del derrape
El drifting no es solo una espectacular forma de conducción que levanta humo y aplausos a partes iguales. Es una disciplina automovilística con una historia fascinante, una técnica exigente y una comunidad apasionada que ha llevado este estilo de pilotaje desde las curvas de montaña en Japón hasta los circuitos de competición de todo el mundo. Pero ojo, no todo vale: practicar drifting en vía pública no solo es peligroso, sino también sancionable con duras multas. En esta ocasión vamos a hacer un repaso a lo largo de su historia, los vehículos más adecuados o las diferentes técnicas.
Orígenes del drifting
El drifting nació en Japón en los años 70, gracias a pilotos como Kunimitsu Takahashi, una leyenda del motociclismo y automovilismo japonés que empezó a utilizar el derrape como forma de reducir tiempo en curvas. Sin embargo, quien realmente popularizó la técnica fue Keiichi Tsuchiya, apodado «Drift King», que grabó sus entrenamientos en carreteras de montaña y los publicó en cintas VHS. Su habilidad al volante y su carisma convirtieron el drifting en una tendencia que trascendió rápidamente las fronteras niponas.
A medida que el drifting ganaba notoriedad, comenzó a formar parte de la cultura automovilística japonesa. Nació así el D1 Grand Prix, la primera competición profesional dedicada exclusivamente al drifting, que atrajo la atención de aficionados y pilotos de todo el mundo. La expansión internacional del drifting se vio impulsada también por fenómenos de la cultura popular como los videojuegos «Gran Turismo», «Need for Speed» y películas como «Fast & Furious: Tokyo Drift», que consolidaron su estatus de culto.
Coches para driftear
No todos los coches sirven para practicar drifting. El requisito básico es que tengan tracción trasera (RWD), ya que se necesita que las ruedas motrices sean las traseras para provocar el derrape y mantener el control desde el eje delantero. También es deseable que el coche tenga un diferencial autoblocante, para asegurar una entrega de potencia equilibrada a ambas ruedas traseras.
Modelos como el Nissan 240SX, el Mazda RX-7, el Toyota AE86 o el BMW Serie 3 E30 se han convertido en clásicos dentro del mundo del drifting, tanto por su equilibrio dinámico como por su potencial de modificación. Hoy en día, incluso hay versiones modernas como el Toyota GR 86, el BMW M2 o el Nissan Z que se prestan perfectamente para esta práctica.
Muchos aficionados modifican sus vehículos con suspensiones reforzadas, neumáticos específicos, mejoras en el ángulo de dirección y sistemas de refrigeración extra para el motor y el diferencial. Estos ajustes permiten mejorar la maniobrabilidad y la resistencia mecánica en sesiones prolongadas.
Técnica del drifting
Driftear no es simplemente hacer que el coche patine. Es controlar el ángulo, la velocidad, la línea y la transición entre curvas sin que el coche pierda completamente el control. Existen varias técnicas para iniciar el derrape, entre ellas:
- Clutch Kick: se pisa y suelta el embrague rápidamente para provocar un aumento de par en las ruedas traseras.
- Feint Drift: se gira primero en la dirección opuesta a la curva para generar inercia y después cambiar bruscamente.
- Handbrake Drift: se acciona el freno de mano para bloquear las ruedas traseras y provocar el derrape.
- Power Over: se acelera bruscamente a la salida de una curva para inducir sobreviraje.
- Brake Drift: se usa el freno antes de la curva para desestabilizar el coche y comenzar el derrape.
Mantener el drift requiere de tácticas de contravolante, modulación del acelerador, control del ángulo y un conocimiento profundo del comportamiento del coche. Todo esto se consigue con práctica, experiencia y, sobre todo, seguridad.
Competiciones de drifting
Las competiciones de drifting no se basan en quién cruza primero la meta, sino en quién lo hace con más estilo, control y precisión. Los jueces puntúan aspectos como el ángulo del derrape, la línea trazada, la velocidad y la transición entre curvas. El formato de batalla, donde dos coches compiten en paralelo imitando sus movimientos, añade un componente espectacular y táctico.
Campeonatos como el D1 Grand Prix en Japón, Formula Drift en Estados Unidos o el Drift Masters European Championship en Europa han elevado el drifting a un nivel profesional, con equipos oficiales, patrocinadores, escuderías privadas y una base de fans en crecimiento. En estos eventos se ven auténticas proezas técnicas que exigen reflejos, preparación y talento al más alto nivel.
Además, las exhibiciones de drifting forman parte de festivales de motor y salones del automóvil, donde los pilotos profesionales demuestran sus habilidades ante el público en espacios controlados.
Drifting en carretera abierta
Aunque pueda parecer tentador, realizar drifting en vías públicas es una infracción grave. En España, las sanciones pueden alcanzar los 500 euros y la retirada de seis puntos del carnet de conducir, sin contar con la posibilidad de inmovilización del vehículo o la imputación de delitos contra la seguridad vial si se pone en peligro a otros.
Practicar esta disciplina en espacios no habilitados implica no solo multas, sino también un alto riesgo de accidentes, daños materiales y consecuencias legales. Es importante concienciar que el drifting debe realizarse únicamente en entornos cerrados y controlados, como circuitos o zonas autorizadas.
Afortunadamente, cada vez existen más instalaciones dedicadas al drifting, así como cursos y escuelas especializadas donde aprender de forma segura. Estos espacios ofrecen la posibilidad de mejorar la técnica y disfrutar de esta disciplina sin poner en peligro a nadie.
Una cultura que derrapa, pero no se desvía
El drifting es una disciplina que combina técnica, pasión y precisión. Su estética visual, su dificultad mecánica y su historia lo han convertido en algo más que una moda pasajera. Ya sea como espectáculo deportivo o como forma de expresión automovilística, el drifting ha llegado para quedarse.
La comunidad global de drifters sigue creciendo, y con ella, el reconocimiento de esta práctica como una auténtica rama del automovilismo moderno. En definitiva, el arte de deslizar es también el arte de dominar el caos con elegancia y control. Siempre, eso sí, sobre asfalto legal.
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