
La historia del país sin semáforos: cuál es y cómo organiza el tráfico
Estamos en un mundo donde la congestión de vehículos en las ciudades y el tráfico elevado son la norma. Donde cada intersección importante está gobernada por luces tricolores, lo que conocemos como semáforo y que tiene una historia singular. Aunque hay un rincón único en el planeta en el que no existen estas señales. Enclavada en el Himalaya, hay una región que ostenta un título singular: ser el único país del mundo que no tiene ni un solo semáforo.
Ese es Bután, un pequeño reino situado al sur de Asia, lindando con China al norte y con India al sur. La ausencia de esta omnipresente tecnología vial no es un signo de atraso, sino una decisión cultural profundamente arraigada. Vamos a desentrañar la historia del experimento fallido de cuando instalaron un semáforo (lo tuvieron menos de 24 horas) y cómo Bután gestiona su tráfico con gracia humana y eficiencia.
El semáforo en Bután: un experimento fallido

La capital de Bután, Timbu (Thimphu), vivió un momento histórico en 1995. Para afrontar el creciente (aunque aún escaso) tráfico de la capital, el gobierno decidió instalar el primer y único semáforo del país en su intersección más concurrida. Sin embargo, el experimento duró menos de un día. Según cuentan las crónicas, la luz automática fue desmontada apenas 24 horas después de su instalación. ¿La razón? Los ciudadanos y los conductores no respondieron bien.
Estaban acostumbrados a que los agentes de policía dirigieran el tráfico manualmente y consideraron demasiado frío y despersonalizado el trato de aquella máquina. En definitiva, carecía de la conexión humana y la flexibilidad que ofrecía el oficial de carne y hueso. Este rechazo cultural selló el destino de los semáforos en Bután, donde la preferencia por la interacción humana y el respeto cívico prevalecieron sobre la automatización.
La filosofía de la Felicidad Nacional Bruta

La negativa de Bután a adoptar la tecnología del tráfico no se debe a una simple logística vial, sino a los valores que tiene la nación. Bután es famoso por medir su éxito no por el Producto Interior Bruto (PIB), sino por la Felicidad Nacional Bruta (FNB). Este concepto les lleva a priorizar la conservación cultural, el desarrollo sostenible y la buena gobernanza. En este contexto, la paciencia y la cortesía en la carretera son valores esenciales.
Los habitantes consideran que un semáforo puede generar frustración, prisa e incluso ira. Simplemente no encaja con su carácter. Es importante destacar que esto también afecta a otros factores de sus vidas. De hecho, la televisión e internet fueron restringidos hasta 1999 precisamente para proteger los valores nacionales. La decisión sobre los semáforos es una elección consciente de limitar la tecnología que pueda erosionar su armonía cultural.
Cómo se organiza el tráfico sin semáforos

La ausencia de semáforos o, incluso, de muchas señales de STOP en las intersecciones, podría parecer un caos para un conductor occidental. Sin embargo, Bután gestiona su tráfico de manera eficiente a través de una combinación de regulaciones específicas y prácticas culturales:
La figura del «controlador» de tráfico. En las intersecciones más importantes de Timbu, el papel del semáforo recae en los oficiales de policía de tráfico. Estos agentes, que se han convertido en una atracción turística y un ícono cultural, dirigen la circulación desde coloridas garitas de estilo pabellón. Los oficiales son conocidos por sus movimientos rítmicos y coreografiados. Reciben una formación específica en señales manuales y técnicas de saludo; con una flexibilidad mayor que los semáforos. Se ajustan a la densidad del tráfico en tiempo real, priorizando a un lado u otro según la necesidad.
Rotondas y sentido común. Al igual que en muchas ciudades modernas, Bután ha comenzado a adoptar rotondas en sus intersecciones más concurridas como método para mantener el flujo constante sin necesidad de detener completamente el tráfico. En el resto de las intersecciones, la circulación se basa en la cortesía del conductor y el sentido común. El sistema vial butanés presupone que los conductores actuarán con paciencia, siguiendo la regla no escrita de ceder el paso. Claramente, en otros países sería imposible pensar así...

Medidas de disuasión y sostenibilidad. El gobierno butanés complementa su gestión del tráfico con políticas que limitan el número de vehículos y fomentan la conducción segura. Hay altos impuestos a la importación de automóviles, la densidad de tráfico ya está limitada. En la mayoría de tramos, los límites de velocidad son de 30 o de 50 km/h, muy reducidos. También hay campañas de concienciación para evitar rebasar límites o el alcohol al volante.
La combinación de estas medidas hace que Bután, con una población relativamente pequeña (menos de un millón de habitantes), no solo gestione su tráfico sin tecnología de semáforos, sino que también sea uno de los pocos países carbono negativo del mundo, produciendo más energía limpia de la que consume. Un ejemplo de como integrar sus decisiones en la identidad nacional y en los valores.
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