
Historia del logo de Bentley: origen y evolución de la B alada
En el universo de la automoción de lujo, pocas insignias son tan reconocibles como la B alada de Bentley. Este logotipo no solo identifica a uno de los fabricantes más prestigiosos del mundo, sino que también condensa en una imagen todo un legado de artesanía, rendimiento y distinción británica. A través de los años, el emblema ha evolucionado ligeramente, pero siempre ha conservado su esencia: la combinación de velocidad, nobleza y excelencia mecánica.
Orígenes de un símbolo con alas
La historia del logotipo de Bentley comienza en 1919, el mismo año en que Walter Owen Bentley fundó la compañía en Cricklewood, al norte de Londres. Desde un principio, el objetivo de «W.O.» era construir coches «rápidos, buenos y los mejores de su clase». Para representar esa filosofía, Bentley encargó a un diseñador de interiores conocido de la época, Frederick Gordon Crosby, que diseñara el emblema de la marca.

Crosby concibió una B mayúscula centrada en un círculo y flanqueada por un par de alas extendidas. El diseño evocaba directamente la sensación de velocidad y libertad, inspirándose en la aviación, un sector con el que el propio W.O. Bentley había estado estrechamente vinculado durante la Primera Guerra Mundial, fabricando motores para aviones.
Las alas no son simétricas
Uno de los detalles más curiosos del logo de Bentley es que las alas que rodean la B no son iguales. Históricamente, el número de plumas de cada ala ha variado según el modelo del coche o incluso el tipo de carrocería. En algunos modelos antiguos, por ejemplo, el ala izquierda tenía 10 plumas y la derecha 11, o viceversa. Esta asimetría tenía un propósito muy claro: evitar que el logotipo fuera copiado o falsificado con facilidad. Con el paso del tiempo, esta característica se ha mantenido como un guiño a la historia de la marca, aunque en los modelos actuales tiende a una mayor simetría y limpieza visual.
Evolución a través del tiempo

Aunque el logotipo de Bentley ha sufrido ligeros retoques a lo largo de los años, ha permanecido fiel a su concepto original. Durante las primeras décadas, el emblema se fabricaba en metal y se montaba como ornamento sobre el capó, en forma de figura tridimensional (conocida como «mascota del radiador»). Esta escultura, llamada «The Flying B», se ha convertido en un clásico de la automoción y ha sido reinterpretada en varias ocasiones con materiales más ligeros y seguros. Hubo un desarrollo en 1931 y luego durante la década de los 90.
En 2002 volvieron los cambios, pero en los últimos años han sido más marcados. Especialmente con la renovación de modelos como el Continental GT y el Flying Spur, el logotipo se ha digitalizado y simplificado para adaptarse a nuevos entornos, como pantallas digitales, publicidad y redes sociales. Sin embargo, el carácter distintivo de la B alada se ha mantenido intacto, demostrando que un buen diseño puede resistir el paso del tiempo.
En 2025 llega un nuevo logotipo que ha sido hecho por Young Nam, del equipo de diseño de interiores de la marca. Consiste en traer de vuelta patrones clásicos, pero con una imagen renovadas. Por lo tanto, se puede ver una B con las alas más definidas y sin las plumas inferiores bajo la letra, para conseguir una visual más limpia. Por otro lado, se podría utilizar la B sin alas con detalles de calidad como el borde de cristal biselado y un marco metálico biselado.
Un logotipo con prestigio

El emblema de Bentley no solo representa a una marca de coches de lujo, sino que también es símbolo de estatus y exclusividad. Desde los Bentley Blower de Le Mans hasta los modernos SUV Bentayga, el logotipo ha sido testigo de una evolución constante sin perder su elegancia clásica. Su presencia sigue transmitiendo el mismo mensaje de distinción, pasion por el detalle y respeto por la herencia.
La historia del logotipo de Bentley es, en realidad, la historia de la propia marca: una combinación de tradición, innovación y orgullo británico. Con su icónica B alada, Bentley ha sabido mantener su identidad visual a lo largo de más de un siglo, logrando que su emblema siga siendo sinónimo de lujo en movimiento. Y como ocurre con los grandes clásicos, su esencia no pasa de moda, sino que se reinterpreta con cada generación de modelos.
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