
¿Cómo ha beneficiado el nuevo Reglamento de Vehículos Históricos a los propietarios de clásicos?
Hace poco más de un año, tener un coche clásico en España y querer registrarlo como vehículo histórico era una carrera de obstáculos diseñada para acabar con la paciencia del más devoto. Burocracia infinita, costes que superaban fácilmente los mil euros y meses de espera. El resultado era triste pero previsible: miles de joyas de nuestra historia automovilística acumulaban polvo en garajes oscuros o, peor aún, acababan achatarrados o vendidos al extranjero.
Ahora que termina el año y se soplaron recientemente las velas del primer aniversario del Real Decreto 892/2024, el panorama ha dado un giro de 180 grados. El nuevo Reglamento de Vehículos Históricos no es solo un cambio normativo, es un éxito rotundo. Las cifras hablan por sí solas y en apenas doce meses, el parque de vehículos históricos en España se ha cuadruplicado, pasando de unos escasos 48.000 a más de 175.000 unidades. Es exactamente lo que se anticipó cuando todo el mundo pedía un cambio en la normativa.

La clave de este «boom» ha sido poner un poco de sensatez al asunto. La administración ha hecho algo poco habitual en estos ámbitos: escuchar a los aficionados y simplificar las cosas. Si tienes un coche con más de 30 años, la ITV al día y está en estado de circulación (lo que la norma llama «Grupo A»), convertirlo en histórico es ahora un trámite administrativo sencillo.
Hemos pasado de pagar laboratorios y tasas desorbitadas a un simple cambio de servicio que ronda los 20 euros. Sí, has leído bien. Lo que antes costaba como un coche de segunda mano barato, ahora cuesta menos que un menú del día. Esto ha provocado que muchísimos aficionados que tenían sus «hierros» guardados por miedo a la factura se hayan lanzado a regularizarlos. De hecho, el 30 % de estos trámites se han hecho cómodamente desde casa, vía online, algo impensable hace unos años.

Más allá del dinero, este reglamento ha traído un cambio de mentalidad. Pere Navarro, director de la DGT, y Raúl Aranda, presidente de la FEVA, coinciden en una idea preciosa: los propietarios de estos vehículos no somos solo dueños, somos custodios de un patrimonio cultural. Cada Seat 600 o cada Renault 4 (de los de antes) que se recupera es un pedazo de la historia industrial y social de España que se salva para las futuras generaciones.
El nuevo sistema distingue inteligentemente entre los coches que ya están «vivos» y documentados (Grupo A) y aquellos que necesitan una «resurrección» más compleja, como los importados o los que no tienen papeles (Grupo B), manteniendo para estos últimos las garantías de seguridad necesarias pero sin la tortura anterior. Aunque no todo es perfecto, claro.
Aún miramos con envidia a vecinos como Francia, donde importar un clásico paga un 5 % de impuestos frente a las tasas mucho más gravosas de aquí. También seguimos soñando con ese Museo Nacional del Automóvil que nuestro patrimonio merece. Pero no nos pongamos quisquillosos hoy. La realidad es que, gracias a este reglamento, más de 125.000 vehículos han salido del limbo legal en un solo año. Y eso es de las mejores noticias que podíamos recibir.
Fuente: DGT
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