
En Singapur tener un coche es un lujo al alcance de pocos (y cuesta como un piso)
En la mayoría de los países europeos, comprar un coche es una decisión que depende principalmente del precio de venta del vehículo. También hay que tener en cuenta los impuestos de matriculación y el IVA, entre otros gastos importantes. Ahora imagínate un lugar en el que no todo el mundo puede tener un coche libremente. En Singapur, el proceso de tener un vehículo en propiedad es radicalmente diferente y está al alcance de pocos.
Conocida por su orden, su eficiencia y su altísima densidad de población, esta ciudad-estado asiática ha implementado un sistema único en el mundo para controlar la congestión vehicular: el Certificado de Derecho de Propiedad (COE). Hablamos de una licencia subastada por el gobierno que convierte la posesión de un coche en un lujo casi inalcanzable. Te contamos cómo es este sistema y por qué Singapur en una auténtica anomalía vial.
Una ciudad-estado con necesidad de control
Singapur es una nación insular de apenas 730 kilómetros cuadrados. Su tierra es su recurso más escaso, y la congestión de los coches se convirtió en una amenaza directa para la calidad de vida y el medio ambiente a partir de los años 80. La solución del gobierno fue ingeniosa: en lugar de construir más carreteras para acomodar más coches (una batalla perdida en una isla), decidieron limitar estrictamente la cantidad de coches en circulación.

Así nació el sistema COE en 1990. El objetivo es simple: garantizar que el número de vehículos en las carreteras solo crezca un porcentaje minúsculo o, como ocurre actualmente, no crezca en absoluto.
El sistema COE
El COE no se paga al comprar el coche, se paga para conseguir el derecho a comprar un coche. Funciona de la siguiente manera:
- Cuota Anual (Quota): El gobierno fija una cuota máxima de vehículos que pueden circular en Singapur basándose en el ritmo de desguace de los coches antiguos. Esta cuota se divide en diferentes categorías (motos, coches de baja cilindrada, coches de alta cilindrada, vehículos comerciales).
- Subasta: El COE se subasta públicamente dos veces al mes. La demanda de coches siempre supera la oferta de COE.
- Precio astronómico: El precio final (o Precio de Equilibrio) de un COE es determinado por el último precio de la oferta ganadora. Este precio es volátil, pero puede alcanzar sumas que superan los 100.000 euros para un coche de tamaño medio.
- Vigencia limitada: El COE solo es válido por diez años. Al finalizar este periodo, el propietario debe desguazar el coche o pagar la tarifa del COE vigente en ese momento para renovarlo por otros diez años.
Los precios insostenibles

Para que el lector europeo comprenda la magnitud del coste: en 2023, el precio total de un Toyota Corolla básico en Singapur (sumando el vehículo, el COE, impuestos y margen) superó fácilmente los 140.000 euros, la mayor parte destinada al COE y las tasas. En Europa, el mismo coche podría costar menos de 30.000 euros. Y esto sigue el mismo sentido según se aumenta de categoría. A día de hoy podemos ver como un SUV premium del estilo del BMW X3 o Mercedes GLC puede llegar a costar nuevo alrededor de 250.000 euros, incluyendo el COE.
Por supuesto, un deportivo ya no es para ricos, sino para millonarios. Un ejemplar como el Porsche 911 podría partir de los 500.000 euros en su versión básica. Otra peculiaridad de este país es el tema del aparcamiento. En otros países asiáticos, tener una plaza de garaje es complicado y caro. Aquí, la limitación la pone el COE y las plazas suelen ser de propiedad pública, que son alquiladas al gobierno por un precio bastante asequible.
Consecuencias y cultura vial

La naturaleza prohibitiva del COE genera efectos culturales y económicos únicos en el mundo del motor:
- Extrema precaución y mantenimiento: Cuando un coche representa una inversión de seis cifras con una vida útil garantizada de solo diez años, los propietarios lo cuidan con un mimo absoluto. La cultura vial se caracteriza por la precaución extrema, ya que cualquier daño significa una pérdida financiera devastadora. El mantenimiento preventivo es una prioridad máxima.
- El auge del coche pequeño: El sistema COE está categorizado por potencia y tamaño. Las categorías más baratas son las de los coches pequeños y menos potentes. Esto fomenta el uso eficiente del espacio y reduce el consumo, priorizando la practicidad sobre el lujo en la mayoría de las compras.
- Éxito del transporte público: Con la propiedad de un coche tan costosa, el gobierno ha invertido miles de millones en la red de transporte público (trenes MRT y autobuses), que es eficiente, limpia y asequible. Los singapurenses utilizan el transporte público como su principal medio de movilidad diaria.
Otras formas de control vial

El COE no es la única herramienta de Singapur para limitar la congestión y la contaminación,se complementa con una tecnología de gestión urbana de vanguardia:
- Peaje electrónico (ERP): El Electronic Road Pricing es un sistema de peaje electrónico que cobra automáticamente a los vehículos por usar ciertas carreteras y zonas en horas pico. El coste del peaje puede cambiar dinámicamente según la congestión del tráfico, disuadiendo activamente la conducción innecesaria.
- Impuestos elevados: Incluso sin el COE, los impuestos de matriculación y los aranceles de importación son ya muy altos.
- Regulación de emisiones: La legislación es muy severa en materia de emisiones contaminantes, lo que obliga a mantener vehículos modernos y en perfecto estado.
El contraste con España y Europa
El sistema de Singapur contrasta drásticamente con la realidad europea. En España, el vehículo privado sigue siendo visto como un bien esencial y un derecho de movilidad. Aunque las ciudades implementan Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) para restringir el acceso, ninguna nación democrática ha llegado a imponer un control de cuotas tan estricto sobre la simple propiedad de un vehículo. Es, sin duda, el mercado más caro del mundo para tener un coche en propiedad.
Mientras en Europa debatimos cómo hacer que la movilidad eléctrica sea más asequible, en Singapur se debaten si el precio del derecho a tener un coche eléctrico (que también necesita COE) es sostenible para la clase media. Aunque sería impensable replicarla aquí, esta política subraya la posibilidad de que las grandes metrópolis revaloren el espacio público y limiten el crecimiento del parque automovilístico para garantizar una movilidad fluida y sostenible.
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