
¿Por qué no quedan casi coches como el MINI Cabrio?
Voy a proponerte un ejercicio. Un día, cuando salgas a hacer tu trayecto diario fíjate en todos los coches con los que te cruzas por la carretera. El resultado puede variar en función del lugar, pero seguramente la mayoría sean todocaminos y modelos convencionales. También es posible que veas bastantes vehículos que ronden la década de edad. Al fin y al cabo, la edad media del parque móvil supera los 14 años en España. Y si tenemos que apostar, lo más probable es que no veas (o veas muy pocos) modelos descapotables. Durante la prueba del MINI Cabrio hemos sido más conscientes de que están en peligro de extinción y vamos a intentar averiguar el porqué.
En primer lugar hay que mencionar el cambio de tendencias en el mercado automotriz. No es ningún secreto que la moda de los SUV ya no es algo pasajero, que representan alrededor del 60 % de las ventas y eso ha hecho que los fabricantes también apuesten más por ellos. El resultado es que se reduzca la presencia de otras carrocerías. Los tres puertas prácticamente son cosa del pasado, lo mismo pasa con los coupés, las berlinas han caído drásticamente y los descapotables prácticamente son un capricho residual.
A eso hay que sumar que, si analizamos fríamente el asunto, tampoco es que sean los vehículos más prácticos para el día. La mayoría de personas, cuando piensan en sus trayectos diarios, buscan un coche que sea cómodo por espacio, ahorrador por bajos consumos o directamente una opción barata. Este tipo de carrocería suele estar reñida con estos tres factores y el MINI Cabrio no es la excepción que confirme la regla. Es un modelo que tiene cuatro plazas, pero las traseras son prácticamente testimoniales y al maletero apenas alcanza los 215 litros de capacidad (con la capota puesta). Desde luego, no es apto para un viaje en familia.
Si miramos su gama mecánica, está más pensada en la deportividad que en la usabilidad. Incluso en la versión de acceso que pusimos a prueba se llega a los 163 CV sin electrificación de ningún tipo. Y el Cooper S pasa a tener 204 CV, con un John Cooper Works de 231 CV en el tope de gama. Por supuesto, el MINI Cabrio no es un coche barato, parte de 35.750 euros y puede escalar fácilmente hasta los 50.000 en versiones más potentes y/o equipadas. Teniendo en cuenta estas variables entendemos por qué no quedan casi coches como éste. Y, sin embargo, son tan necesarios...
Si dejamos a un lado la razón y miramos con el corazón, el MINI Cabrio es ideal. Puede ser un coche de capricho, pero es un que es fiel a sus orígenes, con ese diseño tan característico de la firma de Oxford, una impronta que hacer girar cabezas a su paso. La tecnología es un punto fuerte en este modelo, que tiene un sistema multimedia realmente avanzado y esa pantalla circular que le da el toque diferencial. Tampoco se puede dudar de su buena calidad, demostrando por qué se gana la etiqueta de vehículo premium. Además, la puesta a punto del chasis le confiere ese comportamiento «go-kart feeling» único de MINI y llevarlo a cielo descubierto no hace más que multiplicar las sensaciones.
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