Ahora sí: Europa recapacita y piensa en coches de combustión más allá de 2035

Lo que hace apenas dos años se firmó como una sentencia inamovible, hoy se reescribe con la tinta del realismo económico de los tiempos que corren. La prohibición de vender coches nuevos con motor de combustión interna en la Unión Europea a partir de 2035 ya no es un dogma de fe. Bruselas ha comenzado a dar marcha atrás, reconociendo que la transición forzosa hacia el vehículo 100 % eléctrico no está sucediendo a la velocidad política que se había impuesto, sino a la velocidad del mercado, que es mucho más lenta.

El «todo al eléctrico» se ha topado con un muro de realidad en 2024 y 2025. La demanda de coches de batería se ha estancado en motores económicos como Alemania (en el nuestro nunca llegó al rimo objetivo), los precios siguen sin equipararse a los de combustión y la infraestructura de carga crece a un ritmo desesperante. Ante este escenario, Europa ha abierto la puerta a la «neutralidad tecnológica». Te contamos cómo finalmente la prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035 se flexibiliza.

Las multas de 2025, el detonante

Este cambio de postura no es casualidad, sino urgencia. La industria automotriz europea (representada por la ACEA) ha lanzado un grito de auxilio ante la entrada en vigor de los nuevos objetivos de emisiones CAFE (Corporate Average Fuel Economy) en 2025. La normativa exige una reducción drástica de las emisiones medias de la flota vendida por cada fabricante (-15 % respecto a 2021). Para cumplirlo, las marcas necesitaban vender una cuota de eléctricos de entre el 20 y el 25 %. La realidad es que están lejos de esa cifra. Esto les abocaba a un escenario catastrófico:

• Pagar multas multimillonarias: Se estiman sanciones conjuntas de hasta 15.000 millones de euros para los grandes grupos (Volkswagen, Stellantis, Renault).
• Recortar producción: Para evitar la multa, tendrían que dejar de fabricar y vender coches de gasolina (que son los rentables) para equilibrar artificialmente su media de emisiones, lo que implicaría cierres de fábricas y miles de despidos.

Ante el riesgo de desindustrialización, Bruselas ha tenido que ceder y plantear una revisión de los objetivos. El salvavidas del motor de combustión tiene nombre propio: e-fuels o combustibles sintéticos. La UE ha aceptado crear una categoría legal para vehículos que, aunque tengan pistones y cilindros, sean neutros en carbono.

Esto significa que más allá de 2035 se podrán seguir matriculando coches térmicos siempre que cuenten con sistemas electrónicos que impidan su arranque si no se repostan con combustible sintético (producido con energía renovable y captura de CO2). Aunque es una tecnología cara y, por ahora, de nicho (defendida por marcas de lujo y deportivos como Porsche o Ferrari), permite mantener viva la cadena de valor de la ingeniería mecánica europea.

Detrás de este movimiento hay también una lectura geopolítica. Europa se ha dado cuenta de que, al forzar la electrificación total, estaba entregando las llaves de su industria a China, que domina toda la cadena de suministro de baterías y materias primas. Al mantener viva la combustión (aunque sea sintética) y los híbridos enchufables de larga autonomía, Europa protege su know-how tecnológico, donde todavía es superior a los fabricantes asiáticos, y evita perder influencia en mercados globales como Latinoamérica o África, donde la electrificación tardará décadas en llegar.

¿Qué pasará en la revisión de 2026?

El próximo gran hito será la cláusula de revisión de 2026. Todo apunta a que la Comisión Europea no solo validará los e-fuels, sino que podría suavizar la senda de reducción de emisiones para los próximos diez años. Para el conductor, el mensaje es de calma y transición suave.

El coche eléctrico seguirá siendo la apuesta prioritaria, pero dejará de ser una imposición única. Los híbridos y los motores térmicos de alta eficiencia tendrán una vida comercial mucho más larga de lo que los políticos planearon en los despachos, asegurando que la movilidad siga siendo accesible para la clase media y no solo un lujo para quien pueda pagarse un eléctrico.

Fuente: Automotive News