
Hasta los científicos lo dicen: hay que convertir las farolas en puntos de carga
En la carrera hacia un futuro de transporte electrificado, existe un escollo persistente: la infraestructura de carga. Mientras que los propietarios de viviendas con garaje instalan su propio cargador con relativa facilidad, ¿qué ocurre con los millones de personas que viven en apartamentos o en zonas urbanas densas sin plaza de aparcamiento privada?
La respuesta podría estar, literalmente, justo encima de nuestras cabezas. Un equipo de investigadores de la Universidad Penn State ha desarrollado y probado un marco de trabajo para convertir farolas urbanas en cargadores para vehículos eléctricos (EV). Esta solución no solo es práctica y de bajo coste, sino que está diseñada específicamente para promover la equidad, asegurando que los beneficios de la movilidad limpia lleguen a todos los vecindarios, no solo a los más affluentess.
Una solución que ya está en la acera
La idea es tan simple como brillante. Las farolas ya están presentes en casi todas las calles, ya cuentan con una conexión eléctrica y su ubicación, junto a la acera, es ideal para cargar un coche aparcado en la vía pública.

«La motivación de este trabajo surge del hecho de que muchos residentes de apartamentos y viviendas multi-familiares, particularmente en áreas urbanas y del centro de la ciudad, carecen de acceso a cargadores domésticos para EV, ya que no tienen el privilegio de tener un garaje», explicó Xianbiao Hu, investigador de Penn State a cargo del proyecto.
Con el apoyo del Departamento de Energía de EE. UU., el equipo colaboró con el Centro Metropolitano de Energía de Kansas City, compañías eléctricas locales y el Laboratorio Nacional de Energía Renovable para llevar la teoría a la práctica.
Enfoque inteligente y equitativo
El proceso no consistió simplemente en instalar cargadores en farolas al azar. Los investigadores establecieron un marco de tres pilares: demanda, viabilidad y beneficio comunitario.
- Selección inteligente de ubicaciones: Utilizando modelos de inteligencia artificial, el equipo analizó datos de uso del suelo, densidad de estaciones existentes, puntos de interés y volumen de tráfico para predecir las áreas de mayor demanda de carga.
- Prioridad a la equidad: Sobre ese mapa de demanda, superpusieron un análisis de equidad para identificar y priorizar zonas que, de otro modo, podrían quedar desatendidas, asegurando una distribución justa de los recursos.
- Implementación y análisis: Finalmente, seleccionaron 23 farolas en Kansas City, Missouri, para instalar los cargadores piloto y monitorizar su rendimiento.
Resultados que encienden la esperanza
La evaluación en el mundo real arrojó resultados muy positivos. Los cargadores integrados en farolas demostraron ofrecer velocidades de carga más rápidas que las estaciones tradicionales utilizadas como comparación. Además, los vehículos tendían a permanecer menos tiempo conectados, posiblemente debido a las limitaciones de estacionamiento en la vía pública, lo que podría mejorar la rotación y disponibilidad.

El impacto medioambiental fue quizás el hallazgo más contundente. En comparación con las estaciones de carga convencionales, los cargadores en farolas redujeron el uso de gasolina en un 11,94% y las emisiones de gases de efecto invernadero en un 11,24% más, una victoria clara para la creación de ciudades más limpias y verdes.
El futuro: más inteligente y con mejor tiempo
El plan de los investigadores no se detiene aquí. El siguiente paso es refinar sus modelos incorporando datos socioeconómicos más detallados y información meteorológica. Los primeros ayudarían a identificar con mayor precisión las comunidades con más dificultades para acceder a los EV, mientras que los segundos permitirían prever cómo las temperaturas extremas afectan a la batería y los hábitos de conducción.
Este proyecto sienta las bases de un futuro en el que la movilidad limpia se alimente de los mismos postes que iluminan nuestras calles. Es una visión donde el camino hacia un planeta más sostenible no requiere reinventar la ciudad, sino simplemente ver con nuevos ojos la infraestructura que ya tenemos.
Fuente: Penn State
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