
La fibra de carbono, en el punto de mira de la Unión Europea
Durante décadas, la fibra de carbono ha sido sinónimo de progreso técnico: ligera, resistente y esencial en sectores como la aviación, la energía eólica y el automovilismo de alto rendimiento. Su uso en la industria del automóvil, en especial en vehículos eléctricos y superdeportivos, ha crecido de forma notable, convirtiéndose en un elemento clave para reducir el peso de los vehículos y, con ello, aumentar la eficiencia y autonomía. Sin embargo, ahora parece estar en el punto de mira de la Unión Europea.
Es una propuesta de revisión de la End of Life Vehicles (ELV) Directive, órgano regulador del reciclaje y tratamiento de automóviles en Europa. Han colocado a la fibra de carbono en la lista de materiales potencialmente nocivos, junto con elementos tradicionalmente restringidos como el plomo, el cadmio, el mercurio o el cromo hexavalente. Si esta propuesta se aprueba formalmente en el Parlamento Europeo, entraría en vigor a partir de 2029, lo que obligaría a los fabricantes a reducir progresivamente el uso de este material.

El auge de la movilidad eléctrica ha multiplicado la demanda de soluciones ligeras para compensar el peso de las baterías. La fibra de carbono, más ligera que el aluminio y más resistente que el acero, ha sido adoptada masivamente en modelos eléctricos y deportivos de BMW, Hyundai, Lucid, Tesla y McLaren, entre otros.
Actualmente, el sector automotriz representa hasta el 20 % del consumo mundial de fibra de carbono, y se proyecta que esta cifra siga aumentando a medida que los fabricantes buscan optimizar la autonomía sin sacrificar seguridad ni prestaciones. Por lo tanto, se nos hacía impensable que fueran a plantearse su prohibición.

De hecho, la preocupación no radica en el uso del material, sino en su gestión al final del ciclo de vida del vehículo. Según el Parlamento Europeo, al desechar componentes fabricados con fibra de carbono, estos pueden liberarse al aire en forma de partículas microscópicas, potencialmente dañinas al entrar en contacto con piel, ojos o mucosas humanas. Además, estos filamentos pueden provocar cortocircuitos en las instalaciones de reciclaje si no son correctamente tratados.
Aunque esta clasificación como «material peligroso» sería una primicia mundial por parte de una autoridad gubernamental, muchos expertos advierten que ya existen tecnologías de reciclaje que mitigan estos riesgos, aunque no han sido adoptadas a gran escala.
Impacto económico y geopolítico

La noticia tuvo efectos inmediatos en los mercados bursátiles: según Nikkei Asia, las acciones de los tres grandes fabricantes japoneses de fibra de carbono (Teijin, Toray Industries y Mitsubishi Chemical), que controlan el 54% del mercado global, cayeron tras conocerse el borrador de la propuesta europea.
Estos grupos industriales encontrarían especialmente problemática la medida, ya que Europa es uno de sus principales mercados. En el caso de Toray, por ejemplo, la industria automotriz representa el tercer mayor segmento de negocio, con aproximadamente la mitad de ese volumen centrado en clientes europeos.
Aunque existen productores europeos, la región depende aún de importaciones asiáticas para su abastecimiento, por lo que una posible regulación afectaría tanto la oferta como los costos del material.
Un desafío para los superdeportivos y los eléctricos

Marcas como McLaren utilizan la fibra de carbono para fabricar el chasis completo de sus superdeportivos, mientras que fabricantes premium como Audi, Mercedes-Benz o Porsche la integran en componentes estructurales y de diseño para sus modelos eléctricos de gama alta. La prohibición supondría un golpe directo a su estrategia de diferenciación, especialmente en segmentos donde el rendimiento y el peso son cruciales.
Para los fabricantes de volumen como Hyundai o Tesla, que también emplean la fibra de carbono en algunos modelos eléctricos, el desafío estaría en encontrar alternativas ligeras y asequibles sin comprometer la autonomía ni encarecer los vehículos.
¿Realidad o reacción preventiva?

El mercado global de fibra de carbono alcanzó los 5.500 millones de dólares en 2024, con previsiones de crecer a un ritmo anual del 11 % hasta alcanzar los 17.000 millones en 2035. Esta proyección refleja no solo su demanda creciente en automoción, sino también en aeronáutica, energía y construcción. Por ello, el texto legislativo enfrentará una fuerte oposición industrial, especialmente desde los sectores aeronáutico y automotor.
Aunque la entrada en vigor no sería antes de 2029, las automotrices ya diseñan sus plataformas con varios años de anticipación. Una decisión de este calibre podría alterar hojas de ruta enteras, inversión en plataformas modulares y estrategias de electrificación para toda una generación de vehículos.
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