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LUIS RAMOS PENABAD

19 Octubre, 2025

El Ford Escort con corazón italiano: la joya única de Pietro Frua

El Ford Escort, desde su lanzamiento en 1967, se convirtió rápidamente en un referente de las berlinas compactas en Europa. Su sencillez constructiva (carrocería autoportante, suspensión delantera independiente y eje trasero rígido) propició no solo éxitos de ventas, sino también una formidable carrera en campeonatos de rally y asfalto, acumulando victorias legendarias como el London-Mexico World Cup Rally de 1970 o múltiples triunfos en el RAC Rally y el British Saloon Car Championship.​

Mientras Ford capitalizaba el éxito del Escort Mk1, la industria automovilística europea vivía una época dorada de colaboración entre grandes fabricantes y carroceros-artistas. Pietro Frua, afamado diseñador de modelos Maserati o BMW, vio una oportunidad en el Escort. De este modo en 1971, presentó en el Salón del Automóvil de París su versión muy personal: el Ford Escort Monte Carlo, un one-off radicalmente diferente a cualquier Escort producido en serie.​

Diseño exterior y ejecución técnica

El Ford Escort Monte Carlo By Frua toma como base un Escort Mk1 1300 de dos puertas y lo transforma completamente en una coupé de líneas fluidas, con claras reminiscencias al Ferrari 330 GTC y al Glas GT, dos de las obras maestras de Frua.

Ford Escort Monte Carlo By Frua 1975 1 700x394

El frontal apuesta por una parrilla minimalista y ópticas integradas “al ras”, con un capó largo y limpio que realza el carácter Gran Turismo del prototipo. El perfil destaca por un juego equilibrado de superficies curvas, pilares finos y una silueta baja, mucho más moderna que el Escort original y cercana al lenguaje de los GT italianos de los setenta. La zaga, con pilotos del Escort y portón descendente, mantiene la funcionalidad y homenajea discretamente su origen como coche compacto popular.​

Toda la carrocería es una pieza artesanal, carrozada en metal y sin paneles comunes con la producción de Ford. Las proporciones y el tratamiento del volumen sugieren sofisticación y equilibrio, alejándose por completo del aspecto robusto y anguloso de los Escort británicos.

Interior y mecánica

Bajo la piel seductora, el Escort Monte Carlo By Frua mantiene la mecánica original: motor Ford Kent crossflow de 1.3 litros, cuatro cilindros y unos 70 CV, unido a una caja manual de cuatro relaciones y transmisión trasera.

Ford Escort Monte Carlo By Frua 1975 Interior 3 700x394

En cuanto a comportamiento, no introduce mejoras prestacionales significativas respecto al Escort 1300 de serie. Frua optó por mantener la usabilidad y fiabilidad, apostando todo su valor diferencial al diseño exterior y el ambiente interior personalizable.

Valor histórico y legado

Nunca se produjeron más ejemplares del Escort Monte Carlo. Su destino fue el de coche de exhibición, pieza única y declaración de intenciones de Frua más que propuesta industrial. Si bien se desconoce si Ford llegó a considerar su producción en serie, lo cierto es que este ejemplar vio la luz junto al Maserati Quattroporte Frua en el Salón de París y se mantuvo como expresión pura del carrozziere italiano inspirado por la funcionalidad inglesa.

Ford Escort Monte Carlo By Frua 1975 3 700x394

Tras su exhibición fue adquirido por la esposa de un arquitecto suizo y permaneció en colección privada hasta los años ochenta. En 2003 fue restaurado y repintado de marrón metalizado a rojo.​

Así hasta junio de 2025 que fue subastado. Esperaban venderlo por una cantidad de entre 57.000 y 70.00 euros, pero finalmente la mejor puja fue de 28.750 francos suizos (unos 30.000 euros). No parece mala inversión, pues se ha llevado un coche único (un one-off irrepetible) que fusiona en una única propuesta dos mundos normalmente distantes: la ingeniería accesible del gran público y la carrocería de alto nivel artesanal .​

Su legado no está en el número de unidades producidas, sino en la capacidad de inspirar (a fabricantes, diseñadores y coleccionistas) a ver el automóvil como un lienzo de innovación y personalidad. El único Ford Escort Monte Carlo es un testimonio de lo que sucede cuando la ingeniería pragmática se pone al servicio de la creatividad sin límite. Un símbolo de una época donde el coche era mucho más que una máquina.

Fuente: Bonhams

Galería de fotos (cortesía de Bonhams):

El Ford Escort con corazón italiano: la joya única de Pietro Frua. Galería de fotos

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